Hoy os quiero hacer una reseña de un libro que empecé con muchísima ilusión pero sin grandes expectativas y que, aún así, me ha decepcionado exageradamente, por muchos motivos que os explicaré enseguida. Me da muchísima rabia, porque admiro de sobremanera el trabajo de la autora como activista y como artista, y debido a ello este libro que tenía planeado leerme en agosto escaló puestos en mi lista de pendientes. Sinceramente, ahora mismo me siento tremendamente frustrada, porque pensaba que este libro me iba a gustar y deseaba que me encantase. Pero no ha podido ser. Sin más dilación, ¡vamos a ello!
Título: El día que sueñes con flores salvajes
Autor: Dulcinea (Paola Calasanz)
Género: Romántica
Editorial: Roca Editorial
Nº de páginas: 266
Valoración: ★★☆☆☆
"Una novela inolvidable que te ayudará a reconectar con la naturaleza salvaje, escrita por la directora de arte, youtuber e instagramer Dulcinea.
Flor es una fotógrafa española de éxito que vive en Nueva York, adicta a la moda, a las redes sociales y a los lujos de la Gran Manzana, hasta el día en el que Jake, un sureño muy especial, se cruza en su camino. Juntos vivirán un romance apasionado, un proceso de crecimiento personal y un momento de inflexión que hará que ambos tengan que tomar la decisión más importante de sus vidas.
Una historia que te emocionará, que te hará descubrir que no todo está en la red ni en cómo nos mostramos en ella y que te conectará con la naturaleza de un modo único. Porque allí están las claves para saber quiénes somos realmente. Porque el día que sueñes con flores salvajes empezarás a ver la vida de una manera distinta."
Lo mejor: tengo que decir que no hay mucho que pueda salvar de este libro. Sin duda, lo mejor del libro es la portada, que expresa lo que pretendía transmitir la novela de un modo más simple y efectivo. La localización es interesante y se nota el esfuerzo de la autora en describir los paisajes. La historia es entretenida, relativamente fresca, y el libro se lee tremendamente rápido. En mi caso, creo que lo estoy juzgando con más benevolencia de la que lo haría de normal porque me ha ayudado a seguir con una lectura que me estaba costando, así que quizá pueda servir para sacar a alguien de un parón lector.
Lo peor: el estilo. La autora es una youtuber, a mi parecer, bastante buena. Transmite mucho a la hora de hablar y los montajes de sus vídeos y la música me parecen muy bien escogidos; sin embargo, es una escritora pésima. La novela parece escrita a vuelapluma, rápido y sin demasiada revisión, repitiendo adjetivos y expresiones infinidad de veces ("precioso" y sus variantes son de los que más se repiten). El estilo oscila entre coloquial (con adjetivos como superatractivo, superimportante, superrápido y similares, expresiones como "chafardear" y "rayarse" cada dos párrafos) y sencillamente incoherente, con frases inconexas y muy cortas situadas juntas. Hay fallos gramaticales bastante serios ("Yo y la comida", por ejemplo) que me hacen preguntarme si este libro ha pasado por un editor. En general, se nota un esfuerzo, pero el estilo me recuerda a un audio de WhatsApp de esos interminables que te manda tu mejor amiga y en los que te cuenta las cosas según se le van ocurriendo. Además, ¡hay una exclamación cada dos frases! Lo digo de veras, ¡no exagero! Los personajes tienen todos exactamente la misma voz; si lees un diálogo al azar, no puedes saber si está hablando Flor (la protagonista, española, joven), Jake (el interés romántico, un joven cowboy vegano), Joan (la madre de Jake), Lonan (el abuelo de Jake, un nativo americano)... todos se expresan igual, con la incoherencia tremenda que eso supone.
Siguiendo con los personajes, ni siquiera Flor, narradora en primera persona y presente (y a mí me gusta esa narración, de hecho), está bien definida. Es una fotógrafa adicta a la moda y las redes sociales y... ya. Oh. Vaya. Luego experimenta un cambio radical y es una... esto... ¿y qué hace después? Bueno, qué más nos da, el mensaje que nos quería vender la novela ya está vendido.
Y ahí está otro tremendo fallo de este libro; el modo que tiene de vendernos el veganismo, pintando a los veganos como una suerte de santos y a los que consumen carne como pobres ignorantes que no saben lo que hacen. De las páginas 167 a 169 encontramos un copypaste literal de artículos sobre el veganismo, algunos de ellos de dudosa veracidad científica (se afirma categóricamente que el ser humano es hervívoro/frugívoro; no, no lo es. Los humanos tenemos dentición de omnívoros y somos omnívoros, dejar la carne es una decisión moral que tomamos porque lo que nos diferencia de los animales es nuestra capacidad de abstracción, de darnos cuenta que podemos vivir sin carne y no dañar a inocentes y masacrar seres vivos cuando hay alternativas saludables y viables ecológicamente, aunque nos suponga un esfuerzo añadido y un sacrificio. Reducirlo a un "esto es así y lo contrario es antinatural" le quita bastante mérito a una decisión moral que es, de por sí, bastante complicada). El halo de superioridad moral y santidad que rodea a los personajes veganos en esta novela se me hace un poco... artificial. Para mí, tomar esa decisión es algo muy personal, un proceso que desde luego no tiene lugar de la noche a la mañana cual epifanía y que desde luego no haces porque te lo diga un buenorro americano; pero quizá eso sea sólo mi experiencia personal, no todos somos iguales. Sin embargo, si bien creo fervientemente que este tipo de temas deberían estar más representados en la literatura, creo que este no es el camino.
Paso ahora a lo que personalmente más me ha dolido de toda la novela: el trato que se les da a los nativos americanos a lo largo de esta. Lo que más me ha dolido es el uso del término "apache", viniendo de un chico que se supone que es nieto de un cherokee. "Apache" significa "enemigo" y hace referencia a muchos pueblos distintos; es un nombre que les dieron los españoles y con el que no se referirían a gente de su etnia, aunque sean de tribus distintas. Se refieren a sí mismos como los "Indé", cuya traducción literal sería "la gente". Y esto ni siquiera es un dato oculto; se puede encontrar con una búsqueda rápida en la Wikipedia. Menciona algo sobre que las trenzas sirven para capturar la tristeza, pero por más que he buscado en mis once libros sobre el tema y en internet, todo lo que encuentro es que para los nativos americanos las trenzas representan unidad con el infinito o la conexión del individuo (oneness) con el mundo; pero quizá esto sea un problema de que sus fuentes y las mías no coinciden - soy una friki de la antropología y quizá eso no esté registrado en ninguna parte. Sencillamente, me ha dolido ver a un nativo americano representado como una suerte de gurú espiritual, un hombre que hablaba exactamente igual que Flor (y que todos los personajes de la novela) y que realmente aportaba entre poco y nada a la narrativa. Los que ya me conozcáis sabéis de mi obsesión con la cultura amerindia y este caso en concreto me ha dolido un poquito más que mucho.
En definitiva, considero que este libro puede estar bien si no sois demasiado exigentes y os apetece una lectura romanticona para desconectar. Quizá sin los fallos respecto al tema de los personajes, el veganismo sacrosanto y el tratamiento de la cultura nativoamericana, el estilo se me hubiera pasado más por alto y hubiera podido disfrutarlo más. Aquí no he entrado en los fallos de trama, ni en lo mal que me llegan a caer los personajes, ni en cosas que son más personales... desgraciadamente y pese a lo mucho que admiro la labor que lleva a cabo Paola en su Santuario, no creo que lea ni el segundo ni el tercero.
"Una novela inolvidable que te ayudará a reconectar con la naturaleza salvaje, escrita por la directora de arte, youtuber e instagramer Dulcinea.
Flor es una fotógrafa española de éxito que vive en Nueva York, adicta a la moda, a las redes sociales y a los lujos de la Gran Manzana, hasta el día en el que Jake, un sureño muy especial, se cruza en su camino. Juntos vivirán un romance apasionado, un proceso de crecimiento personal y un momento de inflexión que hará que ambos tengan que tomar la decisión más importante de sus vidas.
Una historia que te emocionará, que te hará descubrir que no todo está en la red ni en cómo nos mostramos en ella y que te conectará con la naturaleza de un modo único. Porque allí están las claves para saber quiénes somos realmente. Porque el día que sueñes con flores salvajes empezarás a ver la vida de una manera distinta."
Lo mejor: tengo que decir que no hay mucho que pueda salvar de este libro. Sin duda, lo mejor del libro es la portada, que expresa lo que pretendía transmitir la novela de un modo más simple y efectivo. La localización es interesante y se nota el esfuerzo de la autora en describir los paisajes. La historia es entretenida, relativamente fresca, y el libro se lee tremendamente rápido. En mi caso, creo que lo estoy juzgando con más benevolencia de la que lo haría de normal porque me ha ayudado a seguir con una lectura que me estaba costando, así que quizá pueda servir para sacar a alguien de un parón lector.
Lo peor: el estilo. La autora es una youtuber, a mi parecer, bastante buena. Transmite mucho a la hora de hablar y los montajes de sus vídeos y la música me parecen muy bien escogidos; sin embargo, es una escritora pésima. La novela parece escrita a vuelapluma, rápido y sin demasiada revisión, repitiendo adjetivos y expresiones infinidad de veces ("precioso" y sus variantes son de los que más se repiten). El estilo oscila entre coloquial (con adjetivos como superatractivo, superimportante, superrápido y similares, expresiones como "chafardear" y "rayarse" cada dos párrafos) y sencillamente incoherente, con frases inconexas y muy cortas situadas juntas. Hay fallos gramaticales bastante serios ("Yo y la comida", por ejemplo) que me hacen preguntarme si este libro ha pasado por un editor. En general, se nota un esfuerzo, pero el estilo me recuerda a un audio de WhatsApp de esos interminables que te manda tu mejor amiga y en los que te cuenta las cosas según se le van ocurriendo. Además, ¡hay una exclamación cada dos frases! Lo digo de veras, ¡no exagero! Los personajes tienen todos exactamente la misma voz; si lees un diálogo al azar, no puedes saber si está hablando Flor (la protagonista, española, joven), Jake (el interés romántico, un joven cowboy vegano), Joan (la madre de Jake), Lonan (el abuelo de Jake, un nativo americano)... todos se expresan igual, con la incoherencia tremenda que eso supone.
Siguiendo con los personajes, ni siquiera Flor, narradora en primera persona y presente (y a mí me gusta esa narración, de hecho), está bien definida. Es una fotógrafa adicta a la moda y las redes sociales y... ya. Oh. Vaya. Luego experimenta un cambio radical y es una... esto... ¿y qué hace después? Bueno, qué más nos da, el mensaje que nos quería vender la novela ya está vendido.
Y ahí está otro tremendo fallo de este libro; el modo que tiene de vendernos el veganismo, pintando a los veganos como una suerte de santos y a los que consumen carne como pobres ignorantes que no saben lo que hacen. De las páginas 167 a 169 encontramos un copypaste literal de artículos sobre el veganismo, algunos de ellos de dudosa veracidad científica (se afirma categóricamente que el ser humano es hervívoro/frugívoro; no, no lo es. Los humanos tenemos dentición de omnívoros y somos omnívoros, dejar la carne es una decisión moral que tomamos porque lo que nos diferencia de los animales es nuestra capacidad de abstracción, de darnos cuenta que podemos vivir sin carne y no dañar a inocentes y masacrar seres vivos cuando hay alternativas saludables y viables ecológicamente, aunque nos suponga un esfuerzo añadido y un sacrificio. Reducirlo a un "esto es así y lo contrario es antinatural" le quita bastante mérito a una decisión moral que es, de por sí, bastante complicada). El halo de superioridad moral y santidad que rodea a los personajes veganos en esta novela se me hace un poco... artificial. Para mí, tomar esa decisión es algo muy personal, un proceso que desde luego no tiene lugar de la noche a la mañana cual epifanía y que desde luego no haces porque te lo diga un buenorro americano; pero quizá eso sea sólo mi experiencia personal, no todos somos iguales. Sin embargo, si bien creo fervientemente que este tipo de temas deberían estar más representados en la literatura, creo que este no es el camino.
Paso ahora a lo que personalmente más me ha dolido de toda la novela: el trato que se les da a los nativos americanos a lo largo de esta. Lo que más me ha dolido es el uso del término "apache", viniendo de un chico que se supone que es nieto de un cherokee. "Apache" significa "enemigo" y hace referencia a muchos pueblos distintos; es un nombre que les dieron los españoles y con el que no se referirían a gente de su etnia, aunque sean de tribus distintas. Se refieren a sí mismos como los "Indé", cuya traducción literal sería "la gente". Y esto ni siquiera es un dato oculto; se puede encontrar con una búsqueda rápida en la Wikipedia. Menciona algo sobre que las trenzas sirven para capturar la tristeza, pero por más que he buscado en mis once libros sobre el tema y en internet, todo lo que encuentro es que para los nativos americanos las trenzas representan unidad con el infinito o la conexión del individuo (oneness) con el mundo; pero quizá esto sea un problema de que sus fuentes y las mías no coinciden - soy una friki de la antropología y quizá eso no esté registrado en ninguna parte. Sencillamente, me ha dolido ver a un nativo americano representado como una suerte de gurú espiritual, un hombre que hablaba exactamente igual que Flor (y que todos los personajes de la novela) y que realmente aportaba entre poco y nada a la narrativa. Los que ya me conozcáis sabéis de mi obsesión con la cultura amerindia y este caso en concreto me ha dolido un poquito más que mucho.
En definitiva, considero que este libro puede estar bien si no sois demasiado exigentes y os apetece una lectura romanticona para desconectar. Quizá sin los fallos respecto al tema de los personajes, el veganismo sacrosanto y el tratamiento de la cultura nativoamericana, el estilo se me hubiera pasado más por alto y hubiera podido disfrutarlo más. Aquí no he entrado en los fallos de trama, ni en lo mal que me llegan a caer los personajes, ni en cosas que son más personales... desgraciadamente y pese a lo mucho que admiro la labor que lleva a cabo Paola en su Santuario, no creo que lea ni el segundo ni el tercero.
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