viernes, 12 de octubre de 2018

"Asedio y Tormenta", Leigh Bardugo

¡Hola Todos!

Hoy os quiero hablar de la segunda parte de una saga que me está sorprendiendo mucho y muy para bien. ¡Vamos a ello!

Título: Asedio y Tormenta
Autor: Leigh Bardugo
Género: Fantástico
Editorial: Hidra
Título original: Siege and Storm
Nº de páginas: 532
Valoración: 

"En su intento por huir de Ravka y dejar atrás a los Grisha, Alina y Malyen se embarcan en un viaje a través del Mar Auténtico.
Pero por mucho que lo deseen, hay tres cosas de las que Alina jamás podrá escapar.
Su pasado.
Su poder.
Y su destino.
Alina pronto va a tener que enfrentarse a una terrible verdad: la oscuridad nunca muere".

Lo mejor: casi todos los puntos negativos que encontré en la primera parte se ven solucionados en esta segunda. Alina experimenta un desarrollo tremendo como personaje, a nivel de carácter, motivación y desafíos. La vemos convertirse en un personaje completo, alguien a quien podemos entender. Del mismo modo, Mal pasa de ser el típico héroe salvador a convertirse en un personaje con más intríngulis. Y nos presentan a Sturmhond, un personaje muy interesante y muy complejo.
   La trama sigue siendo trepidante, pero tiene mucho más desarrollo en esta segunda parte y encaja mucho mejor con el worldbuilding. Lo que me había parecido una trama ciertamente de videojuego en el primer libro ("ve-a-buscar-el-amuleto-mágico-para-ser-súper-poderosa") sigue manteniéndose, pero encaja mucho mejor y se desarrolla de un modo más interesante.
    Y, como viene siendo habitual en Bardugo, el worldbuilding es impecable.

Lo peor: sigue adoleciendo de cierta inexperiencia por parte de la autora; además, la edición en español está llena de erratas tontas que son ciertamente molestas. 

En definitiva, es una segunda parte que supera a la primera, y eso es muy de agradecer.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Diario de bitácora: creando mundos

¡Hola Todos!
Ha llegado el momento de seguir con mi particular diario de bitácora, hablándoos esta vez de mi segunda parte favorita de escribir una novela: la creación de mundos, más conocida como worldbuilding. ¡Vamos al lío!

¿Qué es lo que hace las novelas de Brandon Sanderson tan perfectas? ¿Por qué "Las Guerras del Loto" nos conquistó a pesar de la extraña narrativa que tenía? ¿Qué hace que todos quedemos atrapados en el Grishaverse cada vez que nos topamos con una historia de Leigh Bardugo? ¿Por qué todos sangramos y sufrimos con Darrow en "Amanecer Rojo"? Y sobre todo... ¿es que hay alguno de nosotros que no haya querido perderse en el Mundo Mágico?
Lo que tienen en común todas esas maravillosas historias es un worldbuilding absolutamente espectacular, un desarrollo del mundo de la novela tan completo y perfecto que el lector puede perderse en el sin ningún problema.
Sé bien que nada más ponerse a escribir lo que más nos llama la atención es la historia, la trama; nuestros personajes, que son como nuestros hijos literarios. Pero en mi humilde opinión (siempre hablo desde mi experiencia como escritora, ya sabéis), es mejor empezar a desarrollar el mundo antes de lanzarnos con la trama. El mundo (lo que rodea a nuestros personajes y sirve como marco para la trama) debe tener una coherencia interna y seguirla durante toda la historia, porque de lo contrario nos encontraremos con contradicciones continuas. El dejar el worldbuilding para el final puede hacer que tomemos decisiones sobre el mundo basándonos en lo que necesitamos, como autores, para que avance la trama; y eso acaba conduciendo irremediablemente a tremendos Deus Ex Machina (un elemento externo que resuelve una historia sin seguir su lógica interna) que tienen un efecto nefasto sobre la trama.
Esto, por supuesto, no significa que el worldbuilding deba crearse en el minuto 0 y no volver a tocarse nunca más. Como curiosidad, os diré que el universo de Crónica del Incendio lo creé antes de escribir la obra (la geografía, la organización en ciudades-estado, el gremio outsider, las leyes de la Ciudad Nueva...), pero durante el proceso de edición mi editor me animó a meter algunas cosas que se me habían ido ocurriendo a lo largo de los ocho años que dediqué a escribir la novela y que había descartado por temor a "enredar" las cosas; así aparecieron los árboles genéticamente modificados (los yggdrasil que tanto os han gustado), las minas de coltán, los Tratados entre ciudades-estado... Con esto quiero animaros a ser innovadores mientras escribís vuestra novela, pero siempre intentando conservar la chispa original de vuestro mundo. Si queréis evitar los Deus Ex Machina, estableced las leyes de vuestro mundo y mantenedlas a lo largo de toda la novela; dentro de eso, podréis añadir miles de detalles, ampliar ideas, modificar escenarios... sin caer en este desagradable recurso.
Quizá penséis que la creación de mundos no es igual de relevante en todos los géneros; y en esto tengo que daros la razón. Pero para eso tenemos que adentrarnos en la Teoría de los Mundos Posibles, que tenéis ampliada y bien desarrollada en esta entrada.
Hay varias clasificaciones de mundo, y todas las tenéis explicadas en la entrada que menciono. Por el bien de la coherencia de esta entrada, las resumiré aquí - a mí también me resulta muy molesto ir saltando de entrada en entrada para entender un post. Una novela puede alterar o simplemente eliminar algunas leyes físicas del mundo real (como en algunas obras de ciencia ficción, o más descaradamente la novela fantástica), o bien conservarlas y construir un mundo cercano o idéntico al real (como en el caso de la novela realista). Sabiendo esto, sencillamente se trata de definir qué alteramos o eliminamos, qué añadimos o creamos, y mantenerlo a lo largo de toda la novela. Aquí es donde el trabajo que hemos hecho durante la fase de documentación entra en juego, dándole a nuestro mundo era verosimilitud que buscamos. Desde luego, siempre se pueden hacer modificaciones o cambiar el mundo a medida que nos damos cuenta de cosas que quedarían mejor o peor, pero empezar la novela definiendo su mundo es normalmente una buena idea. Así evitamos contradicciones súbitas que "saquen" al lector de la historia.

Dicho todo esto, os voy a dar algunos consejos que a mí me han venido bien a la hora de crear mundos. Como ya sabréis muchos, tengo dos novelas publicadas - una de ficción intimista y otra de ciencia ficción -, pero esas no son mis dos únicas novelas escritas. Tengo cierta experiencia escribiendo también fantasía, aunque esas no las veréis hasta dentro de bastante tiempo...
¡Bien! Vamos allá con los consejos;
- Haz uso de todo lo que hayas recabado durante tu trabajo de documentación. Incluso si parecen cosas pequeñas e irrelevantes, quizá la historia más tarde te conduzca por senderos inexplorados... no te cortes a la hora de meter pequeñas cosas. Son las que más verosimilitud le dan a la historia, como en el caso de una de mis series favoritas, The Expanse; en ella la gravedad 0 aparece casi todo el tiempo, con cosas sencillas como botas que se anclan al suelo y hacen un sonido particular. Aunque apenas ocupa espacio narrativo, hace que el espectador sepa que estamos en el espacio.
- Hazte un pequeño esquema antes de empezar a escribir. Si tienes cierta habilidad chapucera haciendo dibujos (como es mi caso), haz un esbozo de mapa y asegúrate de mirarlo de vez en cuando; te evitará inverosimilitudes espacio-temporales *tosecilla* Juego de Tronos *tosecilla*
- Intenta mantener la coherencia de tu universo durante todo el libro. Incluso cuando hablamos de un mundo plano sostenido sobre elefantes a lomos de una tortuga es importante que tenga coherencia interna...

¡Y eso sería todo por hoy! Espero que os haya sido de ayuda y que creéis mundos maravillosos.

¡Mantened las espadas afiladas!

martes, 9 de octubre de 2018

"Hijo Dorado", Pierce Brown

¡Hola Todos!
Hoy os quiero hablar de una segunda parte de una saga cuyo principio me gustó muchísimo y que he empezado con mucha ilusión, pero que me ha dejado un poquito desencantada... ¡vamos a ello!

Título: Hijo Dorado
Autor: Pierce Brown
Género: Ciencia Ficción Juvenil
Editorial: RBA Molino
Título original: Golden Sun
Nº de páginas: 636
Valoración: 

"Valor. Estrategia. Poder.
Tras una implacable competición en el Instituto de Marte, Darrow se ha ganado un puesto de honor entre la élite gobernante. Ahora luce la cicatriz curvada de los dorados, los más crueles y brillantes de los humanos. Pero Darrow no es como ellos...
Su futuro se ha construido sobre mentiras. Su pasado está marcado por la tragedia. Y no perdona. No olvida.
Para hacer realidad su objetivo de destruir el sistema desde dentro, Darrow debe convertirse en el mejor de los dorados. El más fuerte. El más inteligente. El más implacable. Solo así devolverá la luz a su pueblo. Aunque su sombra se torne más oscura a cada paso.
Cuando alcanzas el cielo dorado, empieza la caída."

Lo mejor: este libro continúa desarrollando el impecable worldbuilding con el que Pierce Brown nos sorprendió en la primera parte, revelando más secretos y detalles que hacen las delicias del lector más exigente. Además, la trama avanza rápidamente, mostrándonos cómo reacciona Darrow ante nuevas situaciones y revelaciones que lo ponen a prueba. El libro explora las ideas de la libertad y el status quo, cómo la religión puede ser utilizada para doblegar a una cultura entera y cómo el germen de la rebelión se puede asentar sobre el terror o sobre la fe - fe alejada de la religión, más bien entendida como idelismo. Explora también el concepto de la amistad y su importancia, y cómo las amistadas pueden verse destruidas por las mentiras. Y además, los personajes siguen evolucionando en todo momento, viéndose expuestos a nuevas situaciones que los hacen convertirse en nuevas versiones de sí mismos.

Lo peor: al ser una segunda parte, el libro pierde un poco la frescura que caracterizó al primero. Aparte de esto, también es importante destacar que si bien la trama tiene todo el sentido y la lógica y va por donde ha de ir... precisamente el hecho de que sea tan lógica la hace predecible.

En definitiva, "Hijo Dorado" es una secuela a la altura de "Amanecer Rojo".

"El azar nos puso en nuestras familias. Pero elegimos a nuestros amigos. [...] Y si no podemos confiar en nuestros amigos, entonces, ¿qué sentido tiene respirar?"
Pierce Brown, (2015) "Hijo Dorado" (pg. 412)