Hoy os traigo la reseña del último libro de la trilogía "Las Guerras del Loto", una saga que ha cautivado completamente mi corazón y mi imaginación. ¡A ver qué os parece!
Autor: Jay Kristoff
Género: Fantástico
Editorial: Hidra
Título original: Endsinger
Nº de páginas: 729
Valoración: ★★★★★
"Un trono vacío. Cuando la guerra entre los clanes estalla en el Imperio de Shima, el Gremio del Loto da rienda suelta a su creación más mortífera: un gigantesco monstruo mecánico con el que pretenden unir de nuevo el Imperio bajo el yugo del miedo.
Una rebelión que se ahoga. Yukiko y Buruu se ven obligados a liderar la rebelión, formada por aliados nuevos y viejos amigos. Para su desgracia, como si los clanes y el Gremio del Loto no fueran ya lo bastante temibles, un nuevo enemigo se une a la contienda.
Una batalla final. Y mientras los ejércitos se destruyen entre sí para gobernar una tierra envenenada y sin vida, la gente de Shima va a descubrir al fin la verdad acerca del loto de sangre mediante el que se levantó su Imperio."
Lo mejor: todo. Al igual que sucede con la segunda parte de la trilogía, este libro es un acierto en casi todos los sentidos. La historia alcanza un clímax absoluto que sin embargo no concluye bruscamente, sino que nos deja ver las consecuencias más allá de la historia narrada. El desarrollo de los personajes es rico y coherente, y hay momentos en los que la emoción supera todo lo que podíamos esperar. Además, el libro transmite algunos valores morales sobre los que vale mucho la pena reflexionar.
Lo peor: que el libro solo tiene 729 páginas.
– La verdad es que el abismo vive en nosotros. En nuestra avaricia. En la forma en que miramos a las cosas que son distintas de nosotros y vemos cosas inferiores. En la forma en la que vemos a los más pequeños, o a los más débiles, y pensamos que son presas. Comienza con las bestias de esta tierra, los pájaros del cielo. Y en un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos viendo defectos en gente con la piel de otro color. Con otros dioses. Con otros credos. Los vemos como seres inferiores, y herimos y matamos y pensamos que no tiene ninguna importancia. Porque son diferentes, creemos que somos justos. Porque somos más fuertes, creemos que tenemos la razón. Ese es el abismo que todos nosotros llevamos dentro. [...] Nosotros elegimos las personas que queremos ser y elegimos la forma del mundo en que vivimos. Nada que merezca la pena viene sin sacrificio. No hay nada tan fácil como nadar a favor de corriente, nada difícil como ser el primero en ponerse en pie. En decir que no. En señalar a una cosa que está mal y decirlo en voz alta.
Jay Kristoff, "Última", 2015 (p.709-710)
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